Nuestra historia
En 1969, don Ciro Fernández Barros; Ingeniero Civil con mención en Altas Matemáticas de la Universidad de Concepción, y autodidacta en el estudio de la Física Nuclear y la Astronomía; hizo los primeros cálculos sobre el tema de la Resonancia Magnética Nuclear (R.M.N.), hasta hoy bastante desconocida. Llegó a comprender la influencia que sobre los organismos vivos ejercían los rayos gamma y ultravioletas, y entendió que estos rayos, en interacción con el geomagnetismo artificial desarrollado por el hombre, serían los causantes de los diferentes tipos de cáncer.
Tras más de veinticinco años de investigación descubrió que, para neutralizar la dañina influencia de los rayos extremos, aumentada por la disminución de la capa de ozono, había que incorporar un campo magnético, también externo, que actuara directamente sobre las células de los organismos. Continuando con sus investigaciones, descubrió que la miel de las abejas neutralizaba la acción de los rayos gamma y ultravioleta cuando era potenciada por un campo magnético externo de particulares características y que, descerizada e incorporándole leche libre de grasas el preparado penetraba al organismo por osmosis y directamente al torrente sanguíneo actuando sobre las células, especialmente a nivel neuronal. Con ésta intervención magnética a nivel nuclear, cuya morfología se asemeja a las colmenas de abejas por su forma hexagonal, descubrió que los nocivos efectos de los rayos gamma y ultravioleta eran neutralizados, restaurando el equilibrio de los organismos afectados. Gracias a las investigaciones de don Ciro Fernández Barros, hoy tenemos a nuestro alcance un eficiente y probado antagonista de enfermedades tales como los diversos tipos de cáncer, enfermedades del aparato digestivo, del sistema óseo, neurológico y respiratorio; de la piel y también musculares, siendo además un eficiente energético y cicatrizante cuando se usa en las dosis y prescripciones adecuadas.
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